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Monseñor Luis Gutiérrez Martín
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San Agustín decía al recordar a los difuntos,
que «una flor sobre su tumba se marchita,
una lágrima sobre su recuerdo se evapora.
Una oración por su alma, la recibe Dios.»
Para perpetua memoria,
los restos de Monseñor Luis Gutiérrez Martín
reposan en la Capilla de San Pedro,
Catedral de Segovia,
Segovia, España.
Rezando por el alma del Padre Luis.
Monseñor Gabriel Peñate y Sor Fidelina Nájera, de la Fraternidad Misionera de Nuestra Señora de la Asunción (Guatemala) en su visita a España, Octubre del 2023.
que «una flor sobre su tumba se marchita,
una lágrima sobre su recuerdo se evapora.
Una oración por su alma, la recibe Dios.»
Para perpetua memoria,
los restos de Monseñor Luis Gutiérrez Martín
reposan en la Capilla de San Pedro,
Catedral de Segovia,
Segovia, España.
Rezando por el alma del Padre Luis.
Monseñor Gabriel Peñate y Sor Fidelina Nájera, de la Fraternidad Misionera de Nuestra Señora de la Asunción (Guatemala) en su visita a España, Octubre del 2023.
Durante todos estos años hemos estado muy cerca, disponibles en todo momento para canalizar problemas y distribuir cada porción de caridad a su destino.
Una y otra vez, reanudamos la puesta en marcha de cada proyecto, apoyando a cada una de las personas que han nacido con una prioridad: crecer y educarse con dignidad teniendo techo y comida.
Por supuesto que también es fundamental brindar cariño y cuidados permanentes, de esto se encargan nuestras almas gemelas en Guatemala: ellas son el eslabón de bondad y trabajo silencioso que hace la Fundación Promete cobre vida: las Hermanas de Nuestra Señora de la Asunción.
Las Madres o “Mamacitas” incansables mujeres que hacen de quienes nada tienen, un futuro certero por delante: porque ellas están allí para conducir esos logros.
Orgullo de caridad, austeros como los que más, voluntarios de corazón, cuando el “tío Luis”, el Padre Luis, Monseñor Luis, o “Monse”, pedía un pequeño favor, una legión de amigos estaba allí, dando lo suyo, intentando averiguar cuánto o cómo, en un lejano lugar, se podía hacer el milagro. Y así, padres, madres, hijos, hermanos, sobrinos, nietos, religiosos, arquitectos, abogados, administradores, secretarios, notarios, diseñadores, fotógrafos, maestros, fundaciones, amigos, amigos de amigos… todos puestos en marcha para trabajar por esta buena causa.
Hemos perdido al capitán de este barco, pero nos ha enseñado el camino a seguir, y así hemos continuado. El Padre Luis ha sembrado esta comunidad de voluntarios en son de paz. Esta red de "conocidos" con un fin común: ayudar al prójimo desvalido.
Y entre trámites, permisos, reuniones, intercambios, llamadas, bancos, gestiones y más gestiones, correos, Skype, WhatsApp, viajes, aeropuertos, aviones, papeles y más papeles… han pasado veintiseis años “de servicio y ayuda al necesitado”.
En cada traspié allí estaban las Hermanas diciendo: “Dios proveerá…” Y así fue, año tras año, 26 años cumplidos.
Muchas Gracias a todos nuestros voluntarios: por vuestra perseverancia y apoyo incondicional. Sois la base para que tantos niños, jóvenes y ancianos desprotegidos tengan un futuro de estabilidad, paz y libertad.
Nuestra ilusión sigue intacta, contamos con la tuya
Una y otra vez, reanudamos la puesta en marcha de cada proyecto, apoyando a cada una de las personas que han nacido con una prioridad: crecer y educarse con dignidad teniendo techo y comida.
Por supuesto que también es fundamental brindar cariño y cuidados permanentes, de esto se encargan nuestras almas gemelas en Guatemala: ellas son el eslabón de bondad y trabajo silencioso que hace la Fundación Promete cobre vida: las Hermanas de Nuestra Señora de la Asunción.
Las Madres o “Mamacitas” incansables mujeres que hacen de quienes nada tienen, un futuro certero por delante: porque ellas están allí para conducir esos logros.
Orgullo de caridad, austeros como los que más, voluntarios de corazón, cuando el “tío Luis”, el Padre Luis, Monseñor Luis, o “Monse”, pedía un pequeño favor, una legión de amigos estaba allí, dando lo suyo, intentando averiguar cuánto o cómo, en un lejano lugar, se podía hacer el milagro. Y así, padres, madres, hijos, hermanos, sobrinos, nietos, religiosos, arquitectos, abogados, administradores, secretarios, notarios, diseñadores, fotógrafos, maestros, fundaciones, amigos, amigos de amigos… todos puestos en marcha para trabajar por esta buena causa.
Hemos perdido al capitán de este barco, pero nos ha enseñado el camino a seguir, y así hemos continuado. El Padre Luis ha sembrado esta comunidad de voluntarios en son de paz. Esta red de "conocidos" con un fin común: ayudar al prójimo desvalido.
Y entre trámites, permisos, reuniones, intercambios, llamadas, bancos, gestiones y más gestiones, correos, Skype, WhatsApp, viajes, aeropuertos, aviones, papeles y más papeles… han pasado veintiseis años “de servicio y ayuda al necesitado”.
En cada traspié allí estaban las Hermanas diciendo: “Dios proveerá…” Y así fue, año tras año, 26 años cumplidos.
Muchas Gracias a todos nuestros voluntarios: por vuestra perseverancia y apoyo incondicional. Sois la base para que tantos niños, jóvenes y ancianos desprotegidos tengan un futuro de estabilidad, paz y libertad.
Nuestra ilusión sigue intacta, contamos con la tuya